La Motricidad según los principios de Emmi Pikler

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“ Intentar enseñar a un niño algo que puede aprender por sí mismo, no es tan solo inútil, sino también perjudicial” Emmi Pikler.

 

Los movimientos de los niños de 0 a 3 años cuando los adultos no intervenimos

 El niño descubre el mundo mediante sus movimientos, por lo que éstos se convierten en una necesidad vital y dan paso a la oportunidad de una constante experimentación. Lo primero que descubre es su cuerpo, así como las diferentes posturas que con él puede realizar hasta llegar a desplazarse.

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Dejemos que la genética ejerza su función

Si respetamos sus ritmos, sin prisas y sin anticiparnos, nos daremos cuenta de que la genética permite al niño aprender por sí mismo, además de ir perfeccionando sus movimientos sin ayuda externa.

Por ejemplo, es importante no forzar sus pasos, no cogerle las manitas para que se levante y camine, o erguirlo voluntariamente cuando el niño no ha llevado a cabo estas acciones por sí mismo, pues cuando invadimos este espacio, en el que se mueve libremente y sin presiones, los movimientos dejan de ser naturales, y puede que se salte pasos en su desarrollo normal, lo cual aporta más desventajas que beneficios. Darles el tiempo y espacio necesarios, serán las claves para su buen florecimiento.

Al dejar al niño experimentar con las diferentes posturas que su cuerpo le permite realizar, generará una base de confianza y autonomía. Al mismo tiempo, sabrá cuáles son sus límites y tendrá claro su esquema corporal, produciéndose de esta manera una óptima maduración de su cerebro.

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El papel del adulto en este importante proceso

Much@s de vosotr@s os preguntaréis…¿qué puedo hacer como madre/padre para facilitar y colaborar en este proceso?

Como adultos, el primer paso a seguir para que este acontecimiento se produzca en armonía y de forma natural, es la confianza que debemos depositar en el niño.

Recordemos que, muchas veces, tendemos a infravalorar las capacidades de los niños, con lo que les privamos de la libertad necesaria de experimentar, conocer y aprender de su entorno y del mundo que les rodea.

Las miradas respetuosas del adulto hacia el niño, sin comparaciones ni juicios, serán el apoyo fundamental en este maravilloso progreso hacia el crecimiento. La espera, el respeto, el amor y la paciencia serán pilares básicos que ayudarán al niño a adquirir la seguridad y habilidades necesarias para que esta trasformación tenga lugar.

Momentos como las comidas, el baño o el cambio de pañal, son cruciales para fomentar el desarrollo de una relación afectiva de calidad, por lo que estando el adulto presente, el niño se sentirá acompañado y seguro para explorar sus diferentes posibilidades. Las palabras, la mirada y las caricias del adulto hacia el niño, serán los elementos más potentes de acompañamiento en este desarrollo.

 

Fomentar la autonomía y el juego independiente

Emmi Pikler abogó por el respeto hacia el ritmo individual de cada niño, fomentando de esta manera las iniciativas autónomas y el juego libre e independiente de los niños. Así lo dejó plasmado en su libro “ Moverse en Libertad”, una joya que no os podéis perder.

En Papallona seguimos sus pasos y su filosofía no intervencionista, pues confiamos y creemos en los niños y en sus capacidades, trabajando con ellos y para ellos en un espacio libre de obstáculos y con un material adaptado que contiene miles de posibilidades para su uso y experimentación.

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