Imagínate por un momento que estás trabajando en un asunto importante y justo en el momento más álgido, donde estás redactando algún documento, o estás muy concentrado leyendo algo importante, alguien más alto que tú, más fuerte y con “más poder”, te dice que es momento de parar y que no puedes hacer nada por evitarlo; simplemente dar por cerrado aquello que estás haciendo, acabar con tu trabajo sin previo aviso.
Imagínate por un momento…¿Cómo te sentirías? ¿Cómo actuarías ante tal injusticia?
Si haces este ejercicio de reflexión te harás una idea de cómo puede sentirse un niño cuando no es avisado previamente de que va a ser interrumpido de la tarea que está realizando.
Entonces…¿por qué es tan útil la anticipación?
Anticipar sirve para avisar a los niños (y a los adultos) de aquello que sigue de manera clara, contundente y, sobre todo, respetuosa hacia lo que hace en ese momento. De esta manera, al mismo tiempo, estamos definiendo los límites sin ejercer una posición de autoridad y control. Anticiparnos a los acontecimientos, por tanto, nos prepara para aquello que va a venir, nos hace sentir tranquilos y nos reporta seguridad.
Dani tiene 4 años, está jugando y es hora de ponerse el pijama para poder cenar. Clara, su mamá, le dice que en 10 minutos deberán recoger juntos los materiales que el niño está usando. Como Dani no entiende todavía el concepto de tiempo, Clara puede explicarle que cuando la manecilla del reloj avance un poquito será el momento de recoger. El peque puede seguir atendiendo a su tarea, invirtiendo toda su energía en esta actividad, y, cuando queden 5 minutos, su madre volverá a anticiparle que le queda menos tiempo de juego, como habían acordado en un principio.
Cuando actuamos de esta manera, es más probable que el pequeño recoja tranquilamente porque es informado al principio de aquello que va a pasar. Además, el niño ha tenido tiempo de aceptar e integrar que en un momento dado interrumpirá su juego.
Podemos neutralizar que se sientan mal emocionalmente si nos ponemos en su lugar
Cuando a los niños se les anticipa lo que sigue, podemos evitar o neutralizar, que se sientan mal emocionalmente. Cuando se enfrentan a situaciones desconocidas o con las que no están muy familiarizados, si no se les explica previamente aquello que sucederá, posiblemente desencadenarán en llantos, rabietas o malestar.
Cada vez que Carla ve la puerta de su pediatra, llora desconsoladamente y se niega a entrar a la consulta, incluso cuando sólo va a recoger unos análisis.
Los papás de Carla, al vivir de forma repetida esta situación, han optado por no mencionar dónde van, porque “sabemos qué va a pasar, y preferimos evitar que lo pase mal durante todo el camino”.
La empatía es muy importante para entender ciertos comportamientos infantiles; nos ayuda a saber cómo se siente el niño y por qué puede estar reaccionando de esa manera.
Si fuésemos nosotros al médico…¿qué nos gustaría saber? Es posible que pensando de este modo entendamos mejor por qué el niño se comporta como lo hace.
Al anticipar al niño en aquello que va a suceder, estaremos acompañándolo en sus miedos, temores y emociones.
