Las rabietas, como entenderlas y gestionarlas

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Lucía pasea tranquilamente con su peque de dos años y medio, cuando, de repente, la niña ve una tienda repleta de chucherías y pide a su madre que le compre una bolsa.

La negativa de Lucía ante la demanda de su hija, desencadena en la niña una serie de emociones, (entre ellas rabia y frustración) que acaban en un desagradable comportamiento que la mayoría de nosotros conocemos; las rabietas.

Seguro que muchos de vosotros habéis vivido en primera persona situaciones similares, en las que alguna vez no habéis reaccionado como os hubiese gustado, y , además, han sido fuente de una inmensa y desagradable sensación de malestar.

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Pero…¿Cuándo aparecen y por qué?

Las rabietas suelen aparecer antes de los 2 años y mantenerse hasta los 5 aproximadamente, siendo más habituales entre los 2 y 4 años.

Éstas son un vivo reflejo de la expresión emocional del niño, el cual todavía no ha aprendido a dar nombre, regular y controlar sus propias emociones. Por ello, los peques de la casa recurren a las pataletas, gritos y llanto, ante una situación que les genera frustración y les hace enfadar.

Esta etapa, además, suele coincidir con los primeros límites impuestos por los padres, en los que la palabra “no” empieza a ser rechazada ya que los niños empiezan a tomar conciencia de su propia individualidad y sus diferencias respecto al resto de las personas que les rodean.

El descubrimiento del “yo” y la necesidad de independencia

Esta forma de reaccionar de los peques, también tiene una función a parte de ser la forma en la que manifiestan su enfado. El hecho de llevar la contraria a los adultos y oponerse a sus decisiones, les permite afianzar su personalidad y su necesidad de iniciarse en el proceso de toma de decisiones por ellos mismos: “ esto me gusta, pero esto no. Yo no soy tú, sino que soy una persona diferente”

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Entonces…¿Cómo podemos los adultos gestionar estos momentos tan difíciles y dramáticos para los más peques de la casa?

Algo que no debemos hacer es ceder ante una rabieta para que el niño deje de llorar; si nuestra decisión en un inicio era no comprarle aquel juguete que tanto deseaba y nos pedía, debemos mantenernos firmes. Si cedemos habitualmente para evitar su llanto y descontento, el niño crecerá pensando que reaccionando de esta manera podrá obtener todo lo que quiera, además de estar generando en él una baja tolerancia a la frustración. No podemos tener todo lo que queremos.

Por otra parte, mantener la calma ayudará al niño a tranquilizarse. Entender su sufrimiento y ofrecerle todo nuestro amor y apoyo es esencial para llegar al razonamiento, una vez haya pasado la tormenta.

Una forma de manejar la situación podría ser: “Entiendo que quieras ese juguete, porque parece muy divertido y sé que las construcciones te encantan, hoy no vamos a comprarlo”.

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Conocer y observar al niño…esencial para prevenir algunas rabietas

Existen, por otro lado, rabietas que podemos prevenir si nos anticipamos a ellas.

Factores como el hambre, la falta de descanso, la sobreestimulación… pueden ser perfectos desencadenantes  a los que deberemos estar atentos para evitar una pataleta.

Conexión antes que corrección

Nuestro amor y apoyo incondicional, a la par que el saber establecer unos buenos límites, serán base esencial para que los niños se sientan acompañados en momentos que les resultan difíciles.

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