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Cómo potenciar la Inteligencia Emocional en los niños

La Inteligencia emocional como formación del niño

El desarrollo de la Inteligencia emociona es parte de la formación del niño; el hecho de qué aprendan a entender cómo se sienten y cómo gestionar sus emociones, favorecerá, en todos sus aspectos personales, su proceso de desarrollo desde la misma infancia hasta la etapa adulta.

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Entonces, ¿Cómo podemos ayudarlos a desarrollar su Inteligencia emocional?

En primer lugar, es importante que el niño aprenda a identificar sus propias emociones y, más tarde, las de los demás. Podemos aprovechar cualquier situación de la vida cotidiana que esté a la altura del entendimiento del niño, así como juegos dedicados al desarrollo de esta habilidad.

Encontrar un equilibrio entre “el qué pienso, qué siento y qué hago al respecto” será imprescindible para una buena educación emocional. Si les ayudamos a entender el enlace y relación de estas tres respuestas ante una situación determinada, nos estaremos acercando al primer paso hacia el control de nuestras emociones.

 

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Educar en emociones desde la infancia

Puesto que las emociones están presentes a lo largo de toda nuestra vida, debemos enseñar a los peques a pensar sobre cómo se sienten y cómo pueden sentirse también los demás. 

Validar sus emociones sin hacer ningún juicio de valor y entendiendo y normalizando todas estas sensaciones, les ayudará a una mayor expresión y, en consonancia, a un mayor entendimiento de las mismas. Diferenciar entre cómo me siento y cómo actúo al respecto les dará pistas a la hora de gestionar de forma óptima los diferentes tipos de situaciones a los que estarán expuestos. 

Un niño, puede sentirse enfadado por algo que le ha molestado, pero no puede pegar o hacerse daño a sí mismo. Emoción y comportamiento, en este sentido, son aspectos totalmente diferentes.

Los adultos como fuente de aprendizaje

Una buena comunicación emocional entre las principales figuras de apego, será la mayor fuente de aprendizaje de un niño.

En este sentido no podemos olvidar que los niños aprenden más por lo que ven que por lo que les decimos; que estos dos aspectos estén en consonancia será imprescindible para poder transmitir a los peques un mensaje coherente.

Respeto hacia sus ritmos individuales

Respetar sus ritmos madurativos, nuestra paciencia y una observación propia para saber qué tipo de modelos estamos transmitiendo, serán aspectos clave no sólo en su educación en emociones, sino también en el resto de sus aprendizajes.

 

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Autoestima en los niños; Pautas para fortalecerla

La autoestima es una cualidad muy importante en todo ser humano, pues nos hace sentirnos capaces de alcanzar nuevos retos y conseguir las metas que nos proponemos.

Cuando una persona se cree capaz de hacer algo, esa creencia la impulsa a conseguir los logros que se ha marcado.

 

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La importancia de trabajar la autoestima desde la infancia

Los mensajes que reciben los niños de nosotros, los adultos, marcarán en gran medida el concepto y la imagen que desarrollen de sí mismos; si animamos a un niño con frases tales como: “tú puedes hacerlo, antes no sabías pero ahora cada vez lo haces mejor…”, estaremos contribuyendo a que desarrollen una percepción sana de sí mismos y, por tanto, vayan adquiriendo una alta autoestima que les ayudará a ir superando los obstáculos y metas que se marquen a los largo de su vida.

 

¿Qué podemos hacer desde casa para fomentar la autoestima en los niños?

Servirles de ejemplo siempre transmite más que las palabras: Si un niño nos oye y nos ve, diciendo o mostrando que no nos sentimos capaces de hacer algo, poniéndonos nervioso ante cualquier problema e, incluso, usando con nosotros mismos un lenguaje dañino, aprenderá a hablarse a sí mismo de la misma manera.

En cambio, en la medida en la que podamos ser resolutivos y realistas, les estaremos aportando un gran ejemplo de cómo reaccionar ante las diferentes situaciones que la vida nos regala.

Alabar sus esfuerzos y capacidades: A veces ( de forma inconsciente) nos centramos más en los errores que cometemos que en aquello bueno que decimos o hacemos. Otras veces, alguna personas tienen la creencia de que las cosas siempre hay que hacerlas bien porque es lo que corresponde, por lo que no tienen en cuenta los aspectos positivos, y sin embargo, focalizan demasiado en lo negativo.

Celebrar y destacar los logros del niño también estimularán su autoestima; centrarnos en el esfuerzo y no en el resultado hará que el niño valore el gusto y la motivación por aquello que hace.

Darle responsabilidades acordes a su edad: Confiar en los niños y en sus potencialidades es imprescindible para darles responsabilidades acordes a su edad; algunas veces, pensar “es muy pequeño para hacer esta tarea”, nos llevará a infravalorar al niño. Dejémosle su espacio para que ponga a prueba sus habilidades…en ocasiones nos sorprenderán! De esta forma, hacerle partícipe de las tareas del hogar le hará sentirse involucrado en la unidad familiar, estimulando su independencia y autosuficiencia.

 

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Dejar que se equivoquen: De la sobreprotección y la preocupación excesiva, el niño aprenderá que siempre habrá alguien detrás de él para corregir sus errores y que equivocarse es algo frustrante.

Dejar que se equivoquen y que experimenten sus consecuencias, así como formas de solucionarlo, no sólo les enseñará a ser resolutivos, creativos y autosuficientes, sino también a tolerar mejor su frustración cuándo las cosas no salen como habían planeado.

 

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Estos son algunos de los consejos que podéis seguir desde casa para poder ayudar a vuestros peques. Cualquier cosa que hagáis para que se sientan útiles y tenidos en cuenta, reforzará su autoestima, auto concepto e imagen que tienen de sí mismos.

Les estaréis ayudando en sus pequeños pasitos hacia la vida adulta.

La importancia de trabajar las emociones

Vivimos en una sociedad tecnológica, en la que cada vez es más importante “hacer como que la felicidad debería de ser un estado permanente”. Al menos, es lo que se nos transmite a través de las redes sociales.

Nadie llora, grita o patalea ante una foto pública, sino todo lo contrario; nos preocupamos por dejar ver única y exclusivamente la mejor versión de nosotros mismos.

Todo este contexto, unido a la educación que en algún momento hemos recibido (por desconocimiento de quién nos guiaba en ese camino) han contribuido a fomentar el pensamiento de que existen emociones positivas y emociones negativas, que no deberíamos sentir- ni mucho menos expresar- por temor al qué dirán. 

No obstante, las consecuencias de esta forma de ver y tratar este tema son, por una parte, que si se quedan dentro, nos producen malestar, y, si las exteriorizamos, lo hacemos en forma de estallido hiriendo a los demás y diciendo cosas de las que luego nos arrepentimos.

Las emociones son adaptativas o desadaptativas

Es importante enseñar a los niños que todas las emociones cumplen alguna función, que todas ellas nos ayudan a sobrevivir y, por tanto, que aprendan a normalizarlas. 

Si les transmitimos que hay “emociones buenas y emociones malas”, seguramente optarán por no comunicarnos cómo se sienten, con lo que nos será más difícil ayudarles a resolver sus problemas.

En este punto, es importante que recordemos que los niños aprenden más por lo que ven en nosotros y en nuestras formas de actuar, que por lo que les decimos, con lo que será importante servirles de un buen modelo.

Los celos, el enfado, la envidia, la desilusión… son estados que experimentamos todo ser humano desde nuestra infancia. Entonces… ¿es raro sentir celos por nuestro hermano pequeño, envidia por el juguete de nuestro amigo o miedo ante una situación desconocida? La respuesta es no. 

Si el niño se siente comprendido ante estas situaciones, nos explicará con más confianza qué le sucede y podremos ayudarle a manejar esa emoción – y orientarlo en su correcta gestión y expresión- que puede estar afectándole.

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El primer paso es entender y respetar la emoción 

Cuando un peque expresa su enfado a través de la violencia (pegando o insultando), en primer lugar, deberemos entender su emoción, para posteriormente corregir su comportamiento (siendo amables y firmes al mismo tiempo); un ejemplo de ello podría ser:  “entiendo que estés enfadado porque tu amigo te ha quitado el juguete con el que estabas divirtiéndote y a nadie nos gusta que nos quiten las cosas cuándo estamos usándolas (conectar con el niño), pero no puedes pegar porque haces daño. Si pegas a tu amigo le haces daño y se pone triste (firmeza).”

 

Diferenciar entre la emoción y la forma de actuar que tenemos 

Una vez el niño esté calmado (porque en estado de ansiedad y enfado ninguno somos capaces de razonar y de atender a explicaciones), podemos ofrecerle alternativas y soluciones a dicho comportamiento (siempre teniendo en cuenta la edad del niño) cada vez que sienta esa emoción; “Cada vez que te sientas enfadado, como nos pasa a todas las personas en algunos momentos, porque el enfado es un sentimiento normal, puedes hablar sobre ello. Yo, por ejemplo, cuando me enfado con papá, suelo decirle: me siento enfadada cuando tú me cortas mientras estoy hablando, ¿podrías dejar de hacerlo?”

Este es tan solo un ejemplo que podemos llevar a la práctica con los niños; existen infinidad de comportamientos sanos ante situaciones desagradables (podemos aprender a irnos del lugar, utilizar el conteo, respirar profundamente…)

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Por tanto, la educación emocional es esencial para que los niños aprendan a reconocer, controlar y gestionar sus afectos, y poder desarrollarse intelectualmente tanto a nivel individual como en sus relaciones personales.

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Cómo trabajar la baja tolerancia a la frustración en los niños

Los niños aprenden mediante observación

¿A quién no nos ha pasado alguna vez, el intentar hacer algo y que de nuestra boca salga un “no puedo” o un “no soy capaz”?

¿Alguna vez hemos intentado hacer alguna cosa y dejarla a medias antes de tiempo porque no nos sale, o porque sentimos que no podemos hacerlo?

Los peques, aprenden de nosotros mediante la forma que tenemos de comunicarnos con ellos; les explicamos las cosas, el por qué algo está bien (o mal hecho) y les animamos a que consigan lo que quieren.

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No obstante, no debemos olvidar que, ante todo, somos un modelo para ellos; si nos ven gritar normalmente, posiblemente griten. Si nos ven persistir en una tarea por mucho que nos cueste hacerla, posiblemente traten de ser persistentes con aquello que hacen.

La frustración como vivencia emocional

La frustración no es más que una vivencia emocional subjetiva, que sentimos las personas cuando nos vemos incapaces de lograr un deseo, objetivo o una meta que nos hallamos marcado.

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Si enseñamos a los niños a manejar y tolerar este tipo de sentimiento que puede resultar muy desagradable, estaremos preparándolos para ser resolutivos frente a problemáticas que se les presenten en el ahora, pero también para aquellas que se les presenten en un futuro, cuando a veces, la vida se nos complica en algún aspecto y aparecen situaciones inesperadas y difíciles de manejar.

¿Qué podemos hacer para ayudar a los peques a manejar esta emoción?

  • Es importante que los niños puedan tomar decisiones por sí mismos y no sean siempre sea tarea de los papás y las mamás. Estas decisiones y posibles alternativas, por supuesto, se adaptarán a la edad de cada peque y también a sus capacidades. Elegir entre dos camisetas, qué libro quieren leer o si prefieren acompañar el plato principal con un tipo de verdura u otra, podrían ser algunos ejemplos de toma de decisiones para niños muy pequeños.

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  • Los límites dentro de la educación marcados por los padres y madres son esenciales para el manejo de la tolerancia a la frustración; recibir un “no” por respuesta ante ciertas demandas, les capacita para aprender que en la vida habrá cosas que no podemos conseguir o, simplemente, tendremos que esperar para poder acceder a ellas. Cuando un niño recibe todo (o casi todo) lo que pide, crecerá pensando que la vida está “hecha a su medida”, y que merece todo aquello que desea, de lo contrario, montará en cólera y crecerá su impulsividad y rabia. Lo mismo pasará cuando los peques obtienen de forma inmediata todas sus satisfacciones. Para poder trabajar la paciencia y tolerancia, aplazar algunos deseos será necesario en su crecimiento y aprendizaje.
  • Alentar sus méritos y esfuerzos será clave para motivar al niño, su autoestima y su confianza. Frases como “¡lo has conseguido!….¡has sido capaz!…”, lo formarán como persona resolutiva y eficaz ante posibles obstáculos.

 

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Beneficios de los cuentos para trabajar los miedos en la infancia

Se acerca la Noche de Brujas, más conocida como Halloween y…¿ qué mejor momento para publicar un post sobre las herramientas que pueden sernos útiles para trabajar el miedo en los niños?  Continuar leyendo «Beneficios de los cuentos para trabajar los miedos en la infancia»

La Importancia de la Anticipación en los niños

Imagínate por un momento que estás trabajando en un asunto importante y justo en el momento más álgido, donde estás redactando algún documento, o estás muy concentrado leyendo algo importante, alguien más alto que tú, más fuerte y con “más poder”, te dice que es momento de parar y que no puedes hacer nada por evitarlo; simplemente dar por cerrado aquello que estás haciendo, acabar con tu trabajo sin previo aviso. Continuar leyendo «La Importancia de la Anticipación en los niños»