Los niños aprenden mediante observación
¿A quién no nos ha pasado alguna vez, el intentar hacer algo y que de nuestra boca salga un “no puedo” o un “no soy capaz”?
¿Alguna vez hemos intentado hacer alguna cosa y dejarla a medias antes de tiempo porque no nos sale, o porque sentimos que no podemos hacerlo?
Los peques, aprenden de nosotros mediante la forma que tenemos de comunicarnos con ellos; les explicamos las cosas, el por qué algo está bien (o mal hecho) y les animamos a que consigan lo que quieren.
No obstante, no debemos olvidar que, ante todo, somos un modelo para ellos; si nos ven gritar normalmente, posiblemente griten. Si nos ven persistir en una tarea por mucho que nos cueste hacerla, posiblemente traten de ser persistentes con aquello que hacen.
La frustración como vivencia emocional
La frustración no es más que una vivencia emocional subjetiva, que sentimos las personas cuando nos vemos incapaces de lograr un deseo, objetivo o una meta que nos hallamos marcado.
Si enseñamos a los niños a manejar y tolerar este tipo de sentimiento que puede resultar muy desagradable, estaremos preparándolos para ser resolutivos frente a problemáticas que se les presenten en el ahora, pero también para aquellas que se les presenten en un futuro, cuando a veces, la vida se nos complica en algún aspecto y aparecen situaciones inesperadas y difíciles de manejar.
¿Qué podemos hacer para ayudar a los peques a manejar esta emoción?
- Es importante que los niños puedan tomar decisiones por sí mismos y no sean siempre sea tarea de los papás y las mamás. Estas decisiones y posibles alternativas, por supuesto, se adaptarán a la edad de cada peque y también a sus capacidades. Elegir entre dos camisetas, qué libro quieren leer o si prefieren acompañar el plato principal con un tipo de verdura u otra, podrían ser algunos ejemplos de toma de decisiones para niños muy pequeños.
- Los límites dentro de la educación marcados por los padres y madres son esenciales para el manejo de la tolerancia a la frustración; recibir un “no” por respuesta ante ciertas demandas, les capacita para aprender que en la vida habrá cosas que no podemos conseguir o, simplemente, tendremos que esperar para poder acceder a ellas. Cuando un niño recibe todo (o casi todo) lo que pide, crecerá pensando que la vida está “hecha a su medida”, y que merece todo aquello que desea, de lo contrario, montará en cólera y crecerá su impulsividad y rabia. Lo mismo pasará cuando los peques obtienen de forma inmediata todas sus satisfacciones. Para poder trabajar la paciencia y tolerancia, aplazar algunos deseos será necesario en su crecimiento y aprendizaje.
- Alentar sus méritos y esfuerzos será clave para motivar al niño, su autoestima y su confianza. Frases como “¡lo has conseguido!….¡has sido capaz!…”, lo formarán como persona resolutiva y eficaz ante posibles obstáculos.
- Enseñarles caminos alternativos al conseguir sus objetivos les ayudará a ser críticos, razonar y tener un punto de vista orientado a diferentes alternativas para cuando algo no salga, probar de otras maneras que pueden ser también efectivas.
Y, sobre todo, cariño, comprensión y educación en emociones; que si algo no nos sale a la primera, continuaremos intentándolo hasta conseguirlo. Y, que si algo nos molesta, enfada y sobrepasa, seamos capaz de expresarlo de la mejor de las maneras.